Se habla de manera insistente de la COP30, que se celebrará en Brasil en 2025, y la necesidad de que sea un punto de inflexión para la concreción de medidas ambiciosas para frenar el cambio climático. Pero la cita de Brasil no puede tener éxito si, previamente, en Bakú no se fortalecen los procesos y se alcanzan compromisos alineados con los objetivos definidos por el Acuerdo de París.

En la pasada cumbre del clima, la COP28 de Dubái, se acordaron cuestiones fundamentales que deben desarrollar acciones concretas para su cumplimiento: triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030, eliminar gradualmente los combustibles fósiles y sus subsidios, y realizar una transición energética justa.

Estos objetivos, más allá de ser metas a largo plazo, exigen acciones inmediatas. Por este motivo, pedimos que en Bakú se dé un fuerte impulso político para definir las acciones y la senda de implementación para cumplir con los compromisos.

Además, en la COP29, se deben dar pasos firmes en más de 60 ítems para que la gobernanza climática global avance de manera consistente en esta década crítica. Sin restar importancia a la necesidad de adaptarnos a las consecuencias del cambio climático, la mitigación (un aspecto insuficientemente representado en la agenda actual) debe recuperar una posición central focalizando los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de una manera decidida y alineada con la necesidad de limitar el calentamiento global a finales de siglo en 1,5ºC.

Temas claves a tener en cuenta en el desarrollo de la COP29:

1. Llamamiento a la ambición en las contribuciones nacionales determinadas (NDC) o planes de reducción, que deben actualizarse por las partes del Acuerdo de París antes de febrero de 2025. Los compromisos actuales no son suficientes ya que limitarían el calentamiento global en 2.7 °C.
   
   
2. Presentación de los primeros Informes de Transparencia Bienales (BTR) que los países deben presentar para evaluar su progreso en la implementación de sus NDC, incluyendo los esfuerzos para reducir las emisiones y aumentar la adaptación bajo el Marco de Transparencia Reforzado antes del 31 de diciembre de 2024.
   
   
3. Avances en el compromiso de la eliminación gradual de los combustibles fósiles (phase down) con acciones concretas para desarrollar el compromiso adquirido en la COP28. ¿Y recuperar el compromiso Fossil Fuel Phase-Out?
   
   
4. Concreción de un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCGQ), que permita establecer un objetivo de financiamiento climático para apoyar a los países en desarrollo en mitigación y adaptación, superando las deficiencias del anterior objetivo de 100 mil millones de dólares anuales.
   
   
5. Ratificación de compromisos de financiamiento adicional y constantes para el Fondo de Pérdidas y Daños, teniendo en cuenta el coste económico que, solo en los países en desarrollo, se estima en 580.000 millones de dólares anuales de aquí a 2030.
   
   
6. Cierre del balance integral de los Planes Nacionales de Adaptación (NAP), para evaluar los avances realizados en la formulación de los NAP y en su nivel de implementación.
   
   
7. Progresos en la estructura del Objetivo Global sobre Adaptación (GGA) definido en Dubái, desarrollando su operativa con indicadores de adaptación y métodos para medir el progreso del GGA.
   
   
8. Consolidación del Programa de Trabajo sobre la Transición Justa, que debe de complementar los diferentes grupos de trabajo existentes, incluidos los de mitigación, adaptación, financiamiento, y pérdidas y daños., considerando el diálogo y protección social junto con los derechos laborales.

No podemos perder el tiempo de nuevo, la urgencia es máxima. El año 2024 se va a convertir en el primer año completo en el que el umbral del aumento de la temperatura se va a posicionar por encima del 1,5 ºC. No tenemos mucho más tiempo. Es el momento, estamos ante las últimas oportunidades para avanzar en las medidas para frenar el cambio climático.