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Jueves 30 de Septiembre de 2010

La ministra ecuatoriana de patrimonio, María Fernanda Espinosa, llega hoy a Madrid para mantener conversaciones con tres ministerios españoles -asuntos exteriores, medio ambiente y cooperación- sobre un innovador y crucial proyecto ambiental, que podría tener gran repercusión en la acción planetaria contra el calentamiento global. Se trata del Proyecto Yasuní, lanzado por el gobierno ecuatoriano y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que cuenta con importantes apoyos, tanto en la ONU, como en la Unión Europea y en la comunidad ecologista mundial. Las cinco fuerzas políticas alemanas representadas en el Bundestag han confirmado su apoyo a la iniciativa.
Fuente: La Vanguardia


El territorio amazónico de Yasuní es una de las zonas de mayor biodiversidad del planeta. "En una sola hectárea hay mas especies de árboles que en toda Norteamérica", explica Espinosa en una entrevista con La Vanguardia. Ecuador tiene ahí localizadas el 20% de sus reservas de petróleo: 846 millones de barriles que a precio de mercado valen unos 7000 millones de dólares. A partir de ahí, el gobierno del Presidente Rafael Correa lanza el siguiente trato a la comunidad internacional: mantener no explotada indefinidamente esa reserva, a cambio de un fondo equivalente a la mitad de los ingresos que Ecuador recibiría si extrajera el petróleo, es decir a cambio de 3600 millones de dólares en 13 años. Repartido entre muchos países donantes es una minucia, pero supone un gran precedente.

España y otros países han expresado su apoyo a este proyecto que integra reducción de emisiones por la no extracción de combustibles fósiles, protección del entorno y la biodiversidad y desarrollo social, pero ahora de lo que se trata es de echar mano al bolsillo para arrancar el proceso, que necesita recaudar 100 millones de dólares éste año. Ecuador no está "pidiendo dinero", sino ofreciendo una oportunidad, muy generosa por su parte, y razonable, a la comunidad internacional. No es ésta la que se sacrifica por Ecuador, sino más bien es Ecuador quien rompe una lanza por todos.

La república americana aporta en este asunto mucho más que la mitad del "valor de mercado" del petróleo que no explotará –lo que eso supone para un país en desarrollo que necesita todo el dinero que pueda sacarse de sus recursos para cubrir necesidades y urgencias básicas, es una especie de proeza. Además de eso aporta el ahorro de no quemar esa masa de combustible y no contaminar -es decir, no añadir 407 millones de toneladas de CO2 a nuestra castigada atmósfera. También aporta evitar la deforestación y preservar una zona amazónica de extraordinario valor por su biodiversidad que incluye dos pueblos indígenas "puros" (Tagaeri y Taromenane) que decidieron vivir aislados. Todo eso es "soberanía ecuatoriana", pero también patrimonio de la humanidad. Por eso, "el trato favorece a Ecuador y a toda la humanidad", explica Espinosa.

La situación convierte a Ecuador en una especie de paradoja en materia de calentamiento global: mientras los países desarrollados, inventores del actual modelo y principales responsables históricos del callejón sin salida al que ha conducido, parecen atascados en toda una serie de compromisos insuficientes y de discursos que no se suelen cumplir, un pequeño país, plagado de necesidades sociales y que se cuenta entre los que menos contribuyen al calentamiento global, es el autor e impulsor de la propuesta más innovadora en la hasta ahora malograda meta global de mantener por debajo de los dos grados centígrados el calentamiento global en este siglo. Yasuní es un reto a la clase política global, una invitación a iniciar la senda de nuevas contabilidades energéticas y relaciones internacionales, más modernas y acordes con las realidades del siglo.

De puertas adentro, la situación es igualmente notable para el país americano. Ecuador ha extraído hasta el momento 4500 millones de barriles que le reportaron 130.000 millones de dólares, pero el país no progresó por ello. Su joven administración busca el programa más moderno del siglo: construir un nuevo modelo de desarrollo, y está demostrando una gran voluntad política en ello.

"Eso no se hace de un día para otro, es un proceso complejo por el que estamos transitando con todo el rigor, pasando de economía extractiva con energías fósiles, a querer ser una economía de energías renovables y de conocimiento", explica la Ministra. Esta propuesta es su resultado.

"Nuestra sociedad suele concentrarse en reparar, y subsanar en pagar las deudas que tenemos con la naturaleza, nosotros manejamos un modelo de prevención y precaución, y al hacerlo queremos construir una nueva economía lo que no es posible sin nuevas relaciones políticas entre Norte y Sur, con nuevos conceptos de cooperación que deben venir presididos por el principio de corresponsabilidad global", dice.

La Ministra habla de una "nueva ética sobre los bienes públicos globales, y explica así la simpatía generada por Yasuní en el mundo. "Si una economía como la noruega tomara una decisión así, no pasaría gran cosa, pero Ecuador es un país pobre y lleno de necesidades en salud, en vivienda y en sanidad. Por eso hemos necesitado mucho coraje y el sostén del pueblo ecuatoriano para sacar adelante el proyecto", dice. Ocho de cada diez ecuatorianos apoyan la iniciativa. Es lógico que el plan fascinara en Alemania, país que cuenta con la sociedad, y la clase política, más sensible en materia medioambiental de Europa.

En 2008 el Bundestag expresó su apoyo, pero entre tanto cambió la administración y hace unos días el Ministro de Cooperación alemán, el liberal Dirk Niebel, dijo que no veía claro el asunto. Antes de ser Ministro, Niebel se decantó públicamente por abolir la ayuda al desarrollo, por lo que algunos dijeron que su nombramiento al frente de la cooperación había sido como poner a la cabra de hortelano. Con su visita a Berlín, la enérgica y competente ministra ecuatoriana ha desbloqueado el asunto.

Espinosa ha entregado a Niebel un documento de nueve páginas que sale al paso de las dudas del ministro. En ella explica que el dinero del llamado Fondo Yasuní, sería administrado por el PNUD y se destinará a un modelo de desarrollo más moderno y sostenible del país, basado en la reconversión energética, el desarrollo social, la reforestación etc. En caso de incumplimiento, el dinero se devolvería de acuerdo a un esquema muy claro y detallado.

"Hemos salido con mucha esperanza y convencidos del apoyo del parlamento alemán a la iniciativa, expresado por las cinco fuerzas políticas allá representadas", declaró Espinosa, tras su reunión en el Bundestag.

"El proyecto es único y significa mucho para el PNUD, dice el etíope Bisrat Aklilu, coordinador del PNUD, que acompaña a Espinosa.

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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