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Martes 09 de Enero de 2007
Según datos de la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en todo el mundo se cultivan cerca de 35 millones de hectáreas de algodón. El mayor productor mundial es India, con 9 millones de hectáreas, seguido de China y Estados Unidos. En España, la provincia andaluza de Sevilla se sitúa a la cabeza en producción nacional de algodón, con 50.137 hectáreas, aunque no se llevan a cabo técnicas de cultivo ecológicas.

Fuente: Responsables.biz

MERCEDES GARCÍA VINUESA - Responsable de Artesanía y Textil de IDEAS

El cultivo convencional del algodón está produciendo diversos efectos perjudiciales para el Medio Ambiente y la salud de los agricultores y sus familias, debido sobre todo a la gran cantidad de insecticidas, fungicidas y herbicidas que en él se aplican. La utilización de fertilizantes químicos, y en particular de productos nitrogenados, produce la degradación de los suelos y la contaminación de las aguas.

La agricultura convencional, o química, se ha enfocado en la práctica del monocultivo con el objetivo de ser muy eficaz económicamente, tanto en la gestión agrícola como en la distribución de los productos. El monocultivo --el cultivo de una misma planta durante años en la misma parcela y en parcelas contiguas en grandes extensiones de tierra-- hace que los seres vivos que de alguna manera se alimentan esa planta se instalen en el territorio y acaben convirtiéndose en plagas, ya sean de insectos, hongos o bacterias y malas hierbas. Por ello, las plagas y enfermedades en los cultivos han aumentado durante las últimas décadas a niveles casi imposibles de controlar, cuando hace unas décadas se podían contar con los dedos de una mano.

Esta problemática se ha visto agravada con la aparición de las semillas transgénicas como el algodón Bt y el algodón RR, ambos de la casa comercial Monsanto. La primera contiene un gen de una bacteria del suelo Bacillus thuringiensis, que produce una toxina que mata cualquier insecto que coma alguna parte de la planta, incluidos los insectos beneficiosos para el algodón y el ecosistema. El algodón RR, tiene un gen de resistencia a un herbicida, el Roundup de Monsanto, cuya materia activa es Glifosato, de forma que si se cultiva esta planta se puede aplicar el herbicida por encima del cultivo y éste no es afectado. El efecto es que los agricultores terminan dando más aplicaciones de herbicida que si la planta fuera susceptible y, a parte de la acumulación del producto en el suelo, no está claro cuál es el efecto de acumulación sobre la planta, incluidas sus semillas y fibra, a lo largo del tiempo.

Según Monsanto --'www.monsanto.ar'--, en China se cultivan 3,3 millones de hectáreas de algodón transgénico; en India 1,3 millones, y también hay importantes extensiones en Australia, Argentina, Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

Así, las plagas son producidas directamente por las propias prácticas de cultivo, mientras que en los cultivos ecológicos éstas a veces ni siquiera existen ya que esta forma de cultivar trabaja de una forma "no violenta", respetando los ritmos y las necesidades de la Tierra.

El cultivo ecológico, o tradicional, también da otros beneficios a los agricultores, tales como una mejor salud por no exponerse a venenos y la posibilidad de tener una diversidad de cultivos con distintos objetivos, unos para autoconsumo y otros para venta en los mercados locales y que, al final, producen una sostenibilidad económica y un desarrollo en armonía con la Tierra y los seres humanos.

Precisamente, la obsesión por el aumento de la productividad ha fomentado el monocultivo y los transgénicos, lo que supone "un atentado contra el Medio Ambiente y la biodiversidad". El uso desmedido del agua y el abuso de pesticidas y herbicidas en los cultivos convencionales son factores altamente peligrosos para el entorno y para la salud de todos los habitantes del planeta.

Por otro lado, el sector del algodón y la industria textil dan trabajo en la actualidad a más de cien millones de campesinos y procesadores, siendo uno de los sectores industriales de mayor importancia tanto en países industrializados como en países en desarrollo. Sin embargo, ambos sectores están causando graves problemas medioambientales y sociales --interminables jornadas laborales, una media de 20 horas semanales extras obligatorias, sueldos míseros, retraso en los pagos y la ausencia de derechos laborales y sanitarios son algunas de las características que sufren los trabajadores y trabajadoras de este sector--.

La situación de precariedad laboral y violación sistemática de Derechos Humanos en este sector afecta al 80% de los trabajadores de la industria textil que produce ropa y complementos para las grandes cadenas multinacionales. Nos encontramos en una situación de sobreproducción de algodón que, junto con los subsidios a la exportación en los Estados Unidos y la Unión Europea, ha causado una fuerte crisis en los precios.

Es necesario establecer un código de conducta mediante el cuál las empresas se comprometan a respetar los Derechos Humanos en todas sus actividades, acompañado de un sistema de auditoría independiente. En este sentido, la Campaña Ropa Limpia que se desarrolla en doce países europeos --incluyendo España-- intenta sensibilizar a la población sobre prácticas comunes en el sector como la explotación laboral infantil, la precariedad laboral o la degradación del Medio Ambiente; con el objetivo de promover el consumo responsable y plantear alternativas, como la puesta en marcha de los sellos 'Rugmark', certificado que garantiza que en el proceso de producción no han participado menores.

Entre otras alternativas, IDEAS propone la producción de algodón ecológico en condiciones de comercio justo como una alternativa respetuosa con el Medio Ambiente y con las comunidades del Sur. la ONG importa algodón ecológico del proyecto 'Rajlakshimi Cotton Mills Limited' que se desarrolla en Madhya Pradesh, en India. Gracias a esta iniciativa, que produce más de un centenar de toneladas, más de 1.000 campesinos reciben por sus cultivos entre un 30 y un 50 por ciento más que los precios del mercado, respetándose sus derechos laborales, la equidad de género y el desarrollo sostenible.

A modo de conclusión, también recomendamos el fomento del cultivo y la industria ecológicas del algodón pues beneficia a la salud de los productores y trabajadores, y posibilita la biodiversidad y el respeto al medioambiente. Pero también insistimos en que los criterios ambientales y de sostenibilidad deben ir de la mano de los sociales y laborales, pues un comercio internacional más justo convertiría al sector del algodón en un generador de desarrollo para los países del Sur.

Para poder incrementar el peso del algodón ecológico en el mercado sería necesario establecer objetivos a largo plazo para la producción y uso del algodón ecológico, incluyendo el compromiso estable de marcas y comerciantes; desarrollar cadenas de suministro con grandes niveles de comunicación, planificación y asistencia entre fabricantes, mayoristas y minoristas, asegurando de este modo la correcta calidad y cantidad de fibra de algodón producida; explorar vías de asociación innovadoras con los agricultores, a través de la distribución de beneficios; aumentar las inversiones para la investigación, la tecnología, la financiación y los soportes de mercado; o aumentar el conocimiento y sensibilización acerca de los productos de algodón ecológico y del comercio justo.

Como espacio a la esperanza, se estima que, entre 2006 y 2008, las marcas y minoristas incrementarán su demanda de algodón ecológico un promedio anual de 110%, y las ventas globales crecerán un promedio del 116%.

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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