Una ciudadanía aragonesa comprometida con la construcción de una sociedad global solidaria, justa y equitativa.
¿Y si los cerdos de las granjas aragonesas están contribuyendo a la deforestación de la Amazonía y los ganaderos no lo saben?
El contexto:
“El mundo se ha hecho muy pequeño, tanto si pensamos en los mercados, como en el medio ambiente o la seguridad”. Birgit Schnieber-Jastram, la Relatora Permanente para la Coherencia de Políticas para el Desarrollo de la Unión Europea.
Y lo cierto es que, en el mundo actual, intensamente globalizado, las interdependencias entre las sociedades de los distintos países se han agudizado. A día de hoy, desde el cambio climático a la pérdida de biodiversidad, desde las cuestiones relativas a los mercados financieros hasta el acceso a bienes y servicios esenciales o la extensión de derechos y libertades han alcanzado una dimensión planetaria.
Esto ha supuesto una profunda reconfiguración de las condiciones de los procesos de desarrollo en unas y otras partes del mundo, un cambio significativo en el papel de los distintos actores (gobiernos, empresas, sociedad civil), y una alteración de la tradicional división Norte-Sur.
Así, los problemas de desarrollo ya no están únicamente relacionados con las políticas de ayuda, sino que tienen que ver con la manera de enfrentar los procesos de desarrollo desde una perspectiva mucho más amplia, que afecta a muy diversos actores, así como al conjunto de las políticas.
En este contexto, se firma en septiembre de 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Esta agenda propone una transformación sistémica mediante cambios necesarios para avanzar hacia sociedades prósperas, que no dejen a nadie atrás y dentro de los límites del planeta. La novedad que aporta es que ya no es una agenda del Norte para el Sur, sino que pone el foco en las Alianzas para lograr los ODS, mediante responsabilidades compartidas pero diferenciadas, trabajando en alianza.
Nuestra solución:
En este nuevo contexto es donde se ancla esta propuesta que abrió un espacio de reflexión conjunta de todos los actores relevantes, para hacer visibles los impactos invisibles en un mundo cada vez más interdependiente y buscar soluciones conjuntas para mejorar ese impacto.
Este espacio de reflexión y encuentro (en una dimensión regional) aglutinó a los diferentes actores (sociedad civil, administraciones públicas, medios de comunicación, sector empresarial, universidades, economía social...) y tomó como base la Agenda 2030.
Pusó el foco en una reflexión conjunta sobre la dimensión exterior de los impactos de nuestra actividad económica y de consumo, así como una identificación de contenido que pueda ayudar a visibilizar ese impacto y mejorarlo.
Para ello se planteó hacer una intervención que contó con la participación de expertos en los temas elegidos en los impactos globales de nuestra actividad económica y de consumo.
A modo de ejemplo, sobre el contexto explicado líneas más arriba, si pensamos en un sector como el agropecuario, se puede reflexionar y analizar sobre los piensos a base de soja que comen los cerdos de las granjas aragonesas. En función de ese origen podría ser que alguno de los casos esté influyendo en la deforestación de la Amazonía.
Una de las preguntas a responder aquí desde los diferentes sectores, cómo revertir ese impacto y convertirlo en positivo.
Una vez identificados los actores y las problemáticas, se facilitó un marco teórico para después poder trabajar en propuestas de solución para dichas problemáticas enmarcadas en los grandes retos globales que tenemos como Humanidad.
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